miércoles, 19 de julio de 2017

NUTRICIÓN AFECTIVA


A la nutrición afectiva 
la integran componentes que fortalecen
 y nutren las bases de la autoestima, 
seguridad, la capacidad de ponerse en el lugar 
del otro, autonomía,  todas esas características que perfectamente pueden asociarse a 
la inteligencia emocional de una persona.

El vivir sensaciones placenteras, el ver un rostro que regala una sonrisa, que pone palabras a las emociones del niño, que las intenta comprender para poder ayudarlo a que también las comprenda, son tareas que a veces desorientan a los adultos y provocan una amplia gama de sentimientos.
Pocas veces hablamos de los sentimientos que nos producen las emociones de nuestros hijos, solemos inclinarnos a atender más el área del hacer.



Por ejemplo: ¿qué hay que hacer si mi niño hace una rabieta? Queremos, muchas veces, la receta, la solución para evitar ese comportamiento del niño que expresa de algún modo su enojo o  cansancio  y que no queremos que ocurra. Entonces papitos!  Tenemos que poder responder e identificar qué  provoca el  comportamiento que nos preocupan de nuestros hijos, para que no vuelva a ocurrir,  intentando  visualizar esa expresión emocional que nos trasmiten y que pueden ir desde la tristeza, al enojo o el miedo.
Podemos algunas veces darnos cuenta más fácilmente en algunas situaciones que en otras, pero lo importante es intentar ver qué emoción sostiene lo que hacemos, y qué creencias y pensamientos tenemos.
Hacer esos ejercicios como adultos, permite ayudar al niño a ampliar la capacidad introspectiva, de relación consigo mismo y con los otros, comprenderse, comprender y ser comprendido.
.La nutrición afectiva adquiere importancia particular en la infancia porque es cuando se establecen las bases del quererse a sí mismo al sentirse querido por los demás.

Importante!
*Mantener el autocontrol frente al descontrol de los impulsos de los niños es parte de la nutrición afectiva.

 *No se puede nutrir afectivamente a un niño que ante su descontrol ve que tiene el poder de descontrolarnos. Porque ahí no lo estamos nutriendo para el ejercicio de su propio autocontrol y su demanda es justamente esa necesidad afectiva de ser ayudado frente al desborde de impulsos que no puede manejar porque le faltan herramientas.

*La herramienta se la tenemos que dar nosotros, sus referencias afectivas, a fin de que a medida que crezca comience a regular los impulsos que no lo benefician para las relaciones interpersonales y consigo mismo. Esto es para cuidar de sí, y a otros.

*Nadie puede cuidar si no fue cuidado, por eso también se habla de cuidar a los que cuidan.


*La nutrición afectiva entonces es un derecho emocional de todas las personas, donde en la infancia adquiere importancia particular porque allí se establecen las bases del quererse a sí mismo al sentirse querido por otros. Por lo tanto, atender a las situaciones de nuestros hijos, mentalizar las emociones que pueden estar sintiendo, auto-mentalizar las nuestras, y regular las emociones, son parte de un proceso que el autor Felipe Lecanellier llama A.M.A.R.



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